30 años de Alta Velocidad

Hoy la alta velocidad es un referente por su contribución al desarrollo socioeconómico y la vertebración del territorio, su carácter innovador, seguro y sostenible -uso del 100% de energía renovable- y su determinante incidencia en la conectividad y conexión de las comunidades, a través de un servicio rápido y fiable que acerca distancias, territorios, personas, culturas e ideas.

El desafío continúa. Las inversiones de Adif-AV se elevan a 12.000 millones en el período 2021-2025.

La red ferroviaria de alta velocidad gestionada por Adif-AV alcanzará en 2022 los 4.000 km de longitud, consolidando el liderazgo mundial de España en el desarrollo de un modelo de movilidad sostenible, conectado, vertebrador y dinamizador de territorios. De hecho, nuestro país es el primero en Europa y el segundo en el mundo, tras China, por kilómetros de alta velocidad operados.

Tres décadas después de la puesta en servicio de la primera línea de alta velocidad de España, entre Madrid y Sevilla (470,5 km), la red se ha multiplicado casi por ocho, con inversiones acumuladas que superan los 57.200 millones de euros.

Su construcción inició una transformación sin precedentes del ferrocarril, tanto desde el punto de vista tecnológico como industrial. Este proceso ha permitido a España pasar de ser importador a exportador de tecnología y know-how, que hoy aplican países de todo el mundo.

La alta velocidad también fue pionera en el ámbito de la sostenibilidad, consolidando el respeto al entorno como pilar básico. La innovación aplicada en la alta velocidad transformó también los conceptos de mantenimiento, circulación y conectividad.
 
La puesta en servicio de esta línea, construida en ancho estándar, supuso también el primer paso hacia una mayor integración con el resto de la infraestructura ferroviaria europea, la interoperabilidad.

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Protagonistas que participaron en la puesta en servicio de la primera línea de alta velocidad entre Madrid y Sevilla en 1992 rememoran los años previos a su lanzamiento y reflexionan junto a aquellos otros que hoy lideran el desarrollo de un proyecto que ha transformado la movilidad y nuestro país.

Había respeto a lo desconocido, a los retos tecnológicos. A los plazos. Eso producía estrés y preocupación, pero también una extraña fuerza que hace que todo funcione. Y funcionó.

La alta velocidad cambió la forma de entender la movilidad. Y hasta la geografía: desde entonces las distancias se miden en tiempos de viaje y no en km. Con ella, se transformaron los conceptos de mantenimiento, circulación y operación y España pasó de ser importador a exportador de tecnología e ingeniería a otros países de Europa y del mundo.

La alta velocidad es también exponente de la sostenibilidad y su expansión ha contribuido al desarrollo socioeconómico del país y a la vertebración de su territorio.

Hace tres décadas se decía que la alta velocidad era un tren para las élites. Hoy sabemos que es un tren de élite, pero para todo el mundo.

Treinta años después, Adif y Adif Alta Velocidad afrontan el reto de la liberalización de la red para democratizar su uso y poner al servicio de los ciudadanos las oportunidades que ofrece de una movilidad segura y sostenible a precios competitivos, que definitivamente consolidará al tren como el primer medio de transporte en España.